El Graf Zeppelin Sobre Sevilla

Un 24 de abril de 1929, hace 92 años, el mítico dirigible alemán visitó la ciudad por primera vez en uno de sus vuelos experimentales.

En los albores de la Exposición Iberoamericana, mientras Sevilla ultimaba los detalles para su inminente inauguración, el Graf Zeppelin con matrícula D-LZ127, sobrevoló por primera vez la capital hispalense causando una enorme expectación. El dirigible alemán, llamado así en honor al conde (Graf, en alemán) e inventor alemán Ferdinand von Zeppelin, realizó varias pasadas por el cielo de Sevilla a baja altura, causando enorme expectación en los ciudadanos.

El aerostato describió un trazado a baja altura sobre la ciudad durante varios minutos y pudo ser visto desde los lugares más emblemáticos de Sevilla, como atestiguan varias fotografías y postales de la época.

Este fue el primero de varios vuelos que se sucedieron hasta mediados de la década de los treinta, poco antes del comienzo de la Guerra Civil. Durante este periodo, también conocido como “La Batalla del Atlántico”, Sevilla se postuló como una posible terminal para las rutas transatlánticas que conectasen Europa con América, proyecto que finalmente se truncó, debido a la falta de apoyo del Gobierno, los convulsos años treinta en España, las dificultades de financiación y la competencia de otras ciudades como Barcelona o Cartagena.

Los años previos

Uno de los más notables ingenieros militares, el también aviador y científico, Emilio Herrera Linares, fue uno de los promotores en el uso de los dirigibles como medio de transporte transoceánico entre España y América. Herrera, que se había graduado como Teniente en 1903, estuvo destinado en la Escuela Práctica de Aerostación, donde aprendió el manejo de los aerostatos. También participó en las campañas de África, dirigiendo la Sección de Globos Aerostáticos como apoyo a las tropas ante la rebelión del Protectorado Español en Marruecos y fue el impulsor de la compra del primer dirigible por parte del Ejército.

Después de unos años de profusa actividad aeronáutica, no solo en el campo de la aerostación, sino como piloto de aeronaves, investigador y científico, se centra en la defensa de los dirigibles como medio de transporte capaz de recorrer grandes distancias, debido a su gran autonomía y fiabilidad.

En 1920 se crea la Sociedad de Estudios Colón, por intervención directa de Alfonso XIII, en la que Herrera, como asesor técnico, consigue la rubricar la cooperación con la compañía alemana Luftschiffbau Zeppelin, en la que destaca el ingeniero Hugo Eckener, a la postre, gran amigo personal de Herrera.

El Ayuntamiento de Sevilla vislumbra la oportunidad de convertirse en base de una futura línea regular que la convirtiese en estación terminal en el continente europeo del vuelo que uniría Berlín con Buenos Aires. Se comienza entonces a hablar del Aeropuerto Terminal de Europa y el Consejo de Ministros respalda la idea mediante la aprobación de un decreto en el que se sientan las bases de la construcción de un aeropuerto en Sevilla, que contase con los hangares y accesorios necesarios para dar cobertura a los zeppelines.

La idea inicial fue ubicar en Tablada el aeropuerto de dirigibles, integrado en el ya aprobado Aeropuerto Municipal, pero el ingeniero alemán Hugo Eckener, desaconsejó esta opción debido a la escasa maniobrabilidad que los enormes aerostatos tendrían en esa zona tan próxima al río Guadalquivir. Así que finalmente, el 21 de julio de 1928 se comienzan las obras en los terrenos del cortijo de Hernán Cebolla, cedidos por el torero Ignacio Sánchez Mejías.

Es un año más tarde, cuando se produce el primer vuelo de un dirigible sobre Sevilla. Esa tarde del 24 de abril de 1929, hoy hace 92 años, el majestuoso aerostato deja ver su alargada y plateada figura en el cielo de la capital hispalense. Puede que sea uno de los hitos más recordados en la historia aeronáutica sevillana. En esta primera visita, el Graf Zeppelin no aterrizó, cosa que sí haría por primera vez el 16 de abril de 1930. En ese año volvería a tomar tierra otras dos veces más, en mayo y junio. En total, el dirigible sobrevoló la ciudad 17 veces, aterrizando tan solo algunas de ellas. Como curiosidad, en Tablada tan solo se produjo uno de esos aterrizajes y ocurrió en la noche del 16 de mayo de 1933.

Sevilla pudo haber sido, por sus condiciones climáticas, geográficas y por su peso en la entonces reciente historia aeronáutica, el puerto terminal del continente europeo para los vuelos transoceánicos, pero finalmente ese sueño se esfumó, a pesar de los intentos de los gobernantes nacionales y municipales. Estos buenos propósitos no se llegaron a materializar en acuerdos concretos y la falta real de apoyos y financiación, cerraron para siempre la posibilidad de que Sevilla se convirtiese en una de las capitales mundiales de los dirigibles.

Datos Técnicos del D-LZ127 “Graf Zeppelin”

Este aerostato era un dirigible rígido de estructura metálica en duraluminio de sección poligonal de 28 lados, con 16 anillos principales situados a lo largo del casco en intervalos de 15 metros y con dos anillos auxiliares entre cada dos principales. El revestimiento era de algodón liviano y lona con barnizado y pintado metálico. Bajo la proa estaba el alojamiento para la cabina de mando y de pasajeros y en la parte trasera del casco, se encontraba un alojamiento para tripulantes y carga. En total podía transportar 24 pasajeros y entre 40 y 50 tripulantes.

El dirigible medía 236 metros de largo y tenía un diámetro máximo de 30,5 metros. Tenía un aforo de gas sustentante de 112000 metros cúbicos de hidrógeno, dispuesto en 16 células internas de sección cilíndrica.

Utilizaba cinco motores Maybach VL-II de 550 caballos de potencia, instalados en cinco góndolas independientes: dos a cada lado del casco, accionando sendas hélices bipalas y una montada centralmente en la parte trasera moviendo una hélice cuatripala. Todas las góndolas permitían el acceso y mantenimiento de los motores en vuelo. Los motores podían ser propulsados tanto por gasolina, como por propano impuro (Blaugas).

El dirigible alcanzaba una velocidad máxima de 128 km/h, teniendo una autonomía de 118 horas con 11411 kilos de carga.

Fotografías de Juan Antonio Guerrero Misa, extraídas del Libro “Tablada: la Aviación y su Historia”, y el archivo histórico del Ejército del Aire.

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